jueves, 26 de agosto de 2010

Miedo Entre Jazmines X

Todo aquello la superaba,¿a quién podría contarle aquello sin que la tomaran por loca?
¿Qué persona podría dar consejo ante una situación así?

Hasta el día siguiente a las 8 no tendría que volver,y estando Salvador y Daniel allí contaría lo que ocurrió, y tendrían que creerla sobretodo al ver que el gran jazmín se encontraba en el centro del patio con todas aquellas pesadas máquinas de coser alrededor.

Caminaba hacia la casa de sus abuelos volviendo la vista cada pocos pasos.

Se sentía observada, vigilada…hasta creía seguir escuchando voces que antes le hablaban.

Bajó por la calle Osio buscando la salida que la llevara a la Mezquita, al menos allí podría respirar con relativa tranquilidad en el Patio de los Naranjos,pero cuando llegó la sensación era muy diferente.Allí rodeada de personas de otros países, era tan solo una más de aquellos que buscaban una fuente fresca junto a la que sentarse a leer,refrescar sus cansados pies, o simplemente relajarse a la sombra de uno de los muchos naranjos.Sin embargo aquel día no.
Busco un árbol centrado y que diera mucha sombra,su preferido estaba libre…se sentó y descalzó como solía hacer,y miró hacia arriba observando las flores que cuajaban su naranjo,aspiró hondo…
-¿Pero qué es este olor?
Se levantó y cogió un azahar,lo acercó a su nariz…
-¡Esto huele a jazmín!…tranquila Espe,lo que ocurre es que aún tienes el olor de la taberna en la cabeza…

-¿Lo has notado?
Esperanza se sentó y cubrió con su mano la luz del sol que la cegaba.
-Hola Tato…(por qué tengo que encontrarlo en los momentos más inoportunos)…
Resopló con una expresión mal disimulada de disgusto.
-Perdona ¿qué me has preguntado?
-Que si lo has notado…el olor…las flores güelen…a otras flores..

Tato era el chico de los recados de media judería. Era conocido en todos los restaurantes, tabernas, tiendas de souvenirs y demás locales,y por supuesto, era conocido sin excepción por todas y cada una de las chicas que por allí trabajaran.
Era una chico de 27 años de pelo negro excesivamente engominado, ojos oscuros y boca torcida. Tenía problemas al caminar porque uno de sus pies estaba torcido hacia dentro, aunque intentaba disimularlo haciéndose el “tío duro” como a el solía llamar a su peculiar forma de andar.Su brazo izquierdo sufría un tipo de parálisis parcial que le impedía mover tres dedos y aunque daba la impresión de padecer cierto retraso, era increíblemente inteligente. Lo que ocurría era que cuando algo le ponía nervioso, según él había explicado en cierta ocasión a Esperanza, no era capaz de expresarse como quería,sus ideas se aturullaban en su boca y no podían salir, así que recurrir a un lenguaje un tanto infantil le resultaba tan rápido y fácil como recordar lo que llevaban puesto todas y cada una de las chicas a las que intentaba cortejar sin resultado alguno.
-Sí lo he notado Tato, el azahar huele a..
-¡A las flores que tenéis en el patio de tu trabajo!
-..a jazmín..huelen a jazmín. Pero no puede ser hombre, lo que ocurre es que el olor es muy parecido,las dos flores son de aroma dulce y…

Tato dejó a Esperanza con la palabra en la boca y fue corriendo a por 2 montoncitos blancos que habían sobre un escalón.
Güele! Estas son como las de tu trabajo,las he traído de la ventana del mesón Los Cinco Arcos.
-Vaale..
Esperanza acercó su nariz.
-Ea, y ahora estas..
-A ver..
La expresión de ella cambió…

-¿De dónde has cogido este azahar?
-Pues de aquí,de los árboles de naranjas de aquí.Es raro,¿a que si?Siempre me echo un puñaito de la flor de las naranjas en el bolsillo de la camisa, porque a mis chicas les gusta que les lleve,y porque el olor es menos fuerte que el de las otras flores blancas.
-Y, ¿hace mucho que has notado el cambio en el olor?
-Como una hora…¿por qué?

Esperanza se levantó de un salto y cogió tres florecillas de azahar.
-¿Puedo llevarmelas?
-Je je je,claro que sí… ya sabes que eres una de mis chicas…
-¡Muchísimas gracias Tato!

Se calzó y salió del patio de camino a su casa despidiéndose de Tato agitando su mano.

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