lunes, 12 de septiembre de 2011

Miedo Entre Jazmines XVII

Salvador se ausentó durante unos breves minutos.
Mientras tanto, Daniel seguía jugando a los dobles sentidos y las caricias furtivas con Lola y, Esperanza…. Ella se estaba impacientando…

¿Qué se traía Salvador entre manos? ¿A qué venía tantísimo misterio?
Pronto lo descubría, y no sería agradable.

Salvador apareció de la nada con una tabla de madera que en sus mejores momentos formó parte de una antigua mesa: el barniz casi inexistente, el color perdido seguramente por haber pasado horas al sol en esas tardes in-tempestuosas de esta Córdoba calurosa hasta el desmayo, lo que antes fueran esquinas talladas ahora convertidas en redondeces sin esplendor…

-Bueno bueno, aquí está.

Daniel apartó la vista de Lola con disgusto, Lola sonrió y la curiosidad asomó a su rostro, Esperanza seguía sin poder mover uno solo de los músculos de su cuerpo.

-A ver, por favor…-anunció Salvador con voz cantarina- ¡Dejadme sitio!

Cuando colocó con suma delicadeza el tablero ajado sobre la mesa en la que comieron, a Esperanza se le escapó un suspiro ahogado y su cuerpo se aflojo de tal forma que creyó caer de la silla en la que se encontraba.
El olor a Jazmín empezaba a marearla, y esa imagen tan cerca de ella no la ayudó a retomar la compostura.

-¿Qué, jugamos un ratito?

-Pero Abu ,¿se puede saber de dónde has sacado esto?- comentó Daniel.

-¡Qué pasada!- afirmó Lola-¡Nunca había visto una tabla Ouija de estas dimensiones!¡ Y está pintada sobre la mesa!

-No es pintura niñata estúpida- espetó con violencia Salvador- está tallada con gran esmero y mejor detalle.

Esas palabras salieron con voz de real admiración por el tallado mientras sus manos acariciaban cada detalle.

-Esperanza cariño mío, cambia a carita, que no va a morderte… ya está domesticada..

Pero ella no pudo retener su gesto.. Repulsión, terror, angustia…

Miedo Entre Jazmines XVI

Sentados los cuatro a la mesa los únicos que compartían miradas eran Daniel y Lola.

Ya se presentó el primer conflicto a la hora de elegir asiento.
Salvador quería que entre el y Esperanza estuviera Lola y así evitar que  Daniel tuviera excesivamente cerca a la chica guapa.

Cenaron conversando sobre trivialidades, algunas bromas de Daniel hacia Lola, miradas de desprecio descaradas por parte de Salvador…

Recogieron y se prepararon para partir de nuevo cada cual a su lugar de descanso, y empezó a oler a jazmín.

Esperanza se quedó petrificada.

A la cara de Salvador asomó una sonrisa extraña.

Este agarró con fuerza el brazo de Esperanza la miró con ojos desorbitados y dijo dirigiéndose a ella pero con voz fuerte para que los demás le escucharan:

- Esperad, no tenemos prisa, vamos a hacer algo que será divertido en un sitio tan antiguo como este.

-Abu - dijo Esperanza - por favor, dejémoslo por hoy.

-Mmmh.. ¿No lo hueles ? No puede ser que no lo huelas. Es el olor de la paz y la meditación querida, es el momento perfecto para lo que estoy pensando…

-Vamos Abu - soltó Daniel como si hubiera escupido- ¿Qué está tramando esa cabecita loca?

Y la cara de Salvador se transformó. 
Sus cejas se arquearon, sus ojos se abrieron como ventanales esperando la brisa de la mañana, y su expresión se volvió dura, amarga, con una media sonrisa de semi-satisfacción.

-Paciencia queridos míos, para todo hay un tiempo, y este es definitivamente el nuestro.