viernes, 30 de julio de 2010

Miedo Entre Jazmines II

Tras la enorme entrada se encontraban otras dos puertas de madera repintadas una y otra vez,acristaladas desde su mitad hasta el marco de arriba,y adornadas con unas cortinillas de encaje con unas finas agarraderas descoloridas echas de ganchillo.
Las pintura de color salmón no lograba disimular los desconchones de unas paredes de grano y arena de casi un metro de grosor.

Entrando a la derecha había un comedor de tan solo seis mesas con un vental de doble puerta y esas cortinas de visillo beige sujetas por pequeños lazos de encaje en pasadores simulando las cortinitas de casas de muñecas.
En cada esquina de este pequeño salón,igual que en el resto,había pequeñas columnas de piedra pulida gris con sus capiteles apenas reconocibles.

A tan solo un metro del comedor,el mejor lugar del local, el “patio cordobés”.Se encontraba a mano izquierda al fondo del pasillo,suelo cubierto de “chino cordobés” (unas piedras pulidas y redondeadas de varios tonos de gris y blanco) que hacían dibujos espirales.A derecha e izquierda,fuentes tan antiguas como los arcos que sujetaban los cimientos,aunque su extraña forma rectangular daba que pensar a los comensales…y al frente una alta tapia blanqueada con cal, llena de maceteros de barro de los que caían en cascada “gitanillas”,claveles, citronelas,jazmines…
Las mesas,no eran mesas,eran máquinas de coser singer de pedal fabricadas en 1890,1909..la más moderna databa de 1930,en las que se encajaban unas tablas ensambladas con tornillos,con manteles de color tinto, sobremanteles blancos y servilletas de tela color salmón.

Acontinuación el pasillo giraba a mano izquierda donde se encontraba una habitación siempre cerrada con llave,y junto a ella una puerta..Esperanza nunca la había cruzado y,esa noche,sería la primera vez.

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