Sentados los cuatro a la mesa los únicos que compartían miradas eran Daniel y Lola.
Ya se presentó el primer conflicto a la hora de elegir asiento.
Salvador quería que entre el y Esperanza estuviera Lola y así evitar que Daniel tuviera excesivamente cerca a la chica guapa.
Cenaron conversando sobre trivialidades, algunas bromas de Daniel hacia Lola, miradas de desprecio descaradas por parte de Salvador…
Recogieron y se prepararon para partir de nuevo cada cual a su lugar de descanso, y empezó a oler a jazmín.
Esperanza se quedó petrificada.
A la cara de Salvador asomó una sonrisa extraña.
Este agarró con fuerza el brazo de Esperanza la miró con ojos desorbitados y dijo dirigiéndose a ella pero con voz fuerte para que los demás le escucharan:
- Esperad, no tenemos prisa, vamos a hacer algo que será divertido en un sitio tan antiguo como este.
-Abu - dijo Esperanza - por favor, dejémoslo por hoy.
-Mmmh.. ¿No lo hueles ? No puede ser que no lo huelas. Es el olor de la paz y la meditación querida, es el momento perfecto para lo que estoy pensando…
-Vamos Abu - soltó Daniel como si hubiera escupido- ¿Qué está tramando esa cabecita loca?
Y la cara de Salvador se transformó.
Sus cejas se arquearon, sus ojos se abrieron como ventanales esperando la brisa de la mañana, y su expresión se volvió dura, amarga, con una media sonrisa de semi-satisfacción.
-Paciencia queridos míos, para todo hay un tiempo, y este es definitivamente el nuestro.
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